El acuerdo nuclear con Irán y el nuevo reparto de poder en Oriente Medio

“Toda realidad ignorada prepara su venganza”. Ortega y Gasset.

1979 fue el año en que Estados Unidos cambió de aliados en Oriente Medio. El presidente Jimmy Carter ganó Egipto para la causa occidental con los acuerdos de Camp David y perdió Irán cuando la Revolución Islámica derrocó al Sha de Persia, el aliado más fiel de Washington en la región. La crisis de los rehenes de la Embajada de Washington en Teherán fue solo el comienzo de la hostilidad entre ambos países. En la guerra de Irán e Irak (1980-1988), EEUUs apoyó a Sadam Husein para contener a Irán y un misil norteamericano derribó por error a un avión comercial iraní con casi 300 pasajeros a bordo, entre ellos 66 niños. El conflicto nuclear que estalla en 2003, la última desavenencia.

10868221073_fb145edc25_o2015 es el año en que Estados Unidos pasará página a ese capítulo de desencuentros con Irán y recompondrá sus alianzas en Oriente Medio. Después de casi dos años de arduas negociaciones, las grandes potencias (China, Rusia, Francia, R.U, Alemania y la UE), bajo la batuta de la diplomacia americana, han llegado a un acuerdo con Irán para resolver el conflicto en torno al alcance del programa nuclear iraní, pacífico, según Teherán, o destinado a la construcción de bombas nucleares, como afirma EEUUs y la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA).

En el camino hacia el acuerdo, Irán y EEUUs han debido superar un pasado de  desconfianza  y ceder en sus posiciones maximalistas para alcanzar compromisos en varios puntos clave que se dejaron en el aire en el pre-acuerdo del pasado 2 de abril:

  • Mantenimiento del embargo de armas convencionales (hasta 5 años) y de tecnología para misiles balísticos (hasta 8 años),
  • Un régimen intrusivo de verificación del cumplimiento iraní del acuerdo por parte de los inspectores de la OIEA, que incluye visitas a instalaciones militares, y
  • Un calendario del levantamiento de las sanciones, reversible, supeditado al cumplimiento iraní del acuerdo. Las sanciones podrán restablecerse, si Irán incumple el acuerdo, con el apoyo de las cinco potencias occidentales (UE, EEUU, R.U., Francia y Alemania).

La clave de bóveda del acuerdo se encuentra en el aumento del tiempo que Irán necesitaría para construir una bomba nuclear, de los tres meses actuales a un año (el llamado “breakout time”). Para eso Teherán se compromete, durante al menos una década, a reducir los parámetros de su programa nuclear (sus «stocks» de uranio enriquecido en un 98%, sus centrifugadoras en 2/3 y el enriquecimiento de uranio por debajo de 3,67%).

Estas medidas garantizan a Occidente que Irán retrocederá, al menos de forma temporal, en su camino hacia la bomba nuclear. Ahora bien, el acuerdo nuclear no es perfecto. Irán podría incumplir el acuerdo, lanzar un programa nuclear clandestino o, simplemente, reanudar su programa nuclear de alto voltaje una vez terminada la vigencia del acuerdo.

Un triunfo político de Obama y Rouhani, con el permiso del Ayatolá Ali Jamenei.

Este acuerdo significa un éxito político para el presidente Barack Obama que ha apostado una buena parte de su capital político en la negociación con Irán. La diplomacia norteamericana del infatigable John Kerry coloca una piedra angular para restablecer las relaciones diplomáticas con Irán, en un proceso similar al orquestado recientemente con el régimen Castrista de Cuba.

Y una victoria para el presidente Hassan Rouhani que, en la campaña electoral de las presidenciales de 2013, señaló que las centrifugadoras no eran más valiosas que las miles de factorías cerradas por las sanciones y prometió superar el conflicto nuclear. Sin duda, un mérito compartido con el Ayatolá Ali Jamenei, Líder supremo de la Revolución, sin cuyo “plácet” nada se hubiese logrado. Rouhani gana posiciones para repetir el triunfo de una coalición de las facciones reformista y conservadora moderada en las legislativas de 2016 y en las presidenciales de 2017.

 

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¿Qué significa el acuerdo nuclear para Oriente Medio?

El acuerdo nuclear neutraliza, al menos por una década, un foco de tensión en una región saturada de conflictos. Además, abre una ventana de oportunidad para una cooperación mayor de seguridad entre Irán y EEUUs en escenarios de intereses compartidos (“DAESH”, Irak, Afganistán). Nada es seguro excepto que en ausencia de acuerdo esa oportunidad no existiría. Sin acuerdo, Irán reanudaría su programa nuclear, construiría más y mejores centrifugadoras y se acercaría aún más a la bomba nuclear (en 2013 le restaban dos meses). El conflicto militar sería cuestión de tiempo.

Sus repercusiones se sentirán en toda la región.  El acuerdo nuclear afectará notablemente al reparto del poder en un Oriente Medio en plena ebullición debido a la malograda Primavera Árabe, el empuje del Estado Islámico y el conflicto sectario in crescendo entre los Suníes liderados por Arabia Saudí y los Chiíes bajo la batuta de la antigua Persia. Irán, hasta ahora una bestia negra para Occidente, reingresará en la comunidad internacional y normalizará sus relaciones con Occidente.

La República Islámica accederá a fondos congelados por encima de 100.000 millones de dólares y atraerá cuantiosas inversiones para propulsar el motor de su economía: los hidrocarburos (es el cuarto país en reservas de crudo y el segundo en reservas de gas). Estable, homogéneo, con una población bien instruida de casi 80 millones de almas, una economía más diversificada que la saudí y con uno de los niveles más altos de penetración de Internet en la región, Irán está llamado a ganar competitividad y convertirse en una potencia emergente.

Arabia Saudí e Israel, los dos aliados tradicionales de EEUUs en la región, temen justamente ese escenario de un Irán rehabilitado y desarrollado, capaz de movilizar más recursos para sus aventuras exteriores en Irak, Siria, Yemen o el Líbano. También recelan del acercamiento entre Washington y Teherán en la lucha contra el Estado Islámico. Riad ha coqueteado con la idea de la bomba nuclear si Occidente no frena a Irán. Es improbable que lo haga, se convertiría en el nuevo paria de la comunidad internacional, justo cuando Irán supera ese estigma. Más probable es el recurso a las guerras por delegación para resistir la amenaza persa.

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Parece exagerado esperar que el acuerdo nuclear vaya a ejercer una fuerza moderadora del intervencionismo iraní en la región. Tampoco era el objetivo principal de Occidente. Teherán seguirá teniendo y defendiendo sus intereses en Irak, Líbano y Siria. A mayor abundamiento, el Ayatolá Ali Jamenei contrarrestará el aperturismo político del acuerdo nuclear con dosis suficientes de activismo exterior para mantener vivas las credenciales revolucionarias y el antiamericanismo entre las bases conservadoras del régimen.

Por tanto, no hay motivos para pensar que el conflicto sectario y de poder entre Arabia Saudí e Irán vaya a amainar en los próximos años. Mucho dependerá de la implicación de EEUUs en la región y de la percepción de las potencias regionales sobre las intenciones de Washington. Si acelera el repliegue de la región para centrarse en Asia (“pivot to Asia”), el caos y la inseguridad arreciará. Si reequilibra la alianza con Arabia Saudí con una relación más estrecha con Irán, intención que estimó más probable, Estados Unidos podría moderar y arbitrar las disputas entre su antiguo y su nuevo socio.

Este acuerdo nuclear muestra el camino para resolver otros conflictos que afligen la región: reivindica las virtudes del poder blando de las sanciones económicas y de la diplomacia, frente al poder duro de las intervenciones militares extranjeras que ha obtenido un sonoro fracaso en Oriente Medio. El acuerdo nuclear, junto con la transición tunecina a la democracia, son las mejores noticias procedentes de la región en años.

@lamiradaoriente @joseluismase

Por La mirada a Oriente

Me interesa entender qué ocurre fuera de nuestras fronteras, analizar por qué ocurre y proyectar escenarios sobre qué puede pasar. Mi formación es multidisciplinar. Tengo un Grado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Londres - London School of Economics and Political Science. También soy licenciado en Derecho y Master en Estudios Europeos por el Colegio de Europa. Desde 2008 pertenezco al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado y trabajo para la Administración General del Estado. Anteriormente trabajé más de ocho años en la OSCE, la Asamblea de la OTAN y varias misiones de Naciones Unidas, principalmente en los Balcanes y alguna en África.

5 comentarios

  1. Estupendo artículo, una vez mas, que ofrece una visión imparcial sobre un tema de rabiosa actualidad.

    «La mirada a Oriente – Blog de José Luis Masegosa Carrillo. A título

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  2. Sin embargo, la espada de Damoles sigue firmemente asentada sobre la cabeza de la población y de los países circundantes. Los árabes son maestros en el arte de la oratoria circulary los occidentales, más pragmáticos y directos, a veces se pierden en los vericuetos dialécticos y se quedan con los sonidos de las palabras pronunciadas, no con el fondo subliminar. Estoy contigo en que será complicado y nada transparente conseguir que este comienzo de acuerdo se mantenga y afirme. Mientras tanto, ¡Cave!.

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      1. Bless yo]#;8230&[…uThe following time I read a blog, I hope that it doesn’t disappoint me everything this. I mean, I understand it was my preference to read, but I actually thought you’d have something interesting to say. All I hear is a bunch of whining about som…

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