Salvo sorpresa, Modi gobernará India cinco años más.

970 millones de indios (de una población de más de 1.400 millones de habitantes) están llamados a las urnas a partir desde el 19 de abril. Las elecciones parlamentarias se celebrarán en siete fases y se prolongarán hasta el hasta el 1 de junio, por razones de seguridad, como en ocasiones anteriores. El recuento se realizará el 4 de junio y probablemente ese mismo día se anuncien los resultados. En juego, el reparto de 543 diputados de la Cámara Bája “Lok Sabha”, encargados de elegir al primer ministro de la India, por un mandato de cinco años.

Narendra Modi, líder del Bharatiya Janata Party (BJP) o Partido Popular Indio, dirige el país desde 2014, con una mayoría absoluta del BJP en el Lok Sabha desde 2019, que se sustenta en el apoyo procedente del norte y del centro del país, junto con el estado de Gujarat, el estado originario de Modi, en el oeste del país.

Modi goza de una inmensa popularidad, gracias a una combinación de éxito económico, generosos subsidios, cumplimiento de su agenda nacionalista hindú, y el éxito de su política exterior pragmática y equilibrada.

India, actor estratégico.

Conviene estar atento a quien dirigirá el rumbo de la India los próximos cinco años: su creciente peso demográfico, político, económico, y militar la convierten en un actor estratégico para el devenir de la región y del mundo, y una pareja de baile muy codiciada en un entorno internacional lastrado por la competición entre grandes potencias, su búsqueda de áreas de influencia, los conflictos, y, en definitiva, el retroceso del orden y derecho internacional.

Vientos favorables para la economía india.

En contraste con el previsible aterrizaje suave de la economía mundial, el crecimiento se está acelerando en la India -se espera una tasa del 8% en el año fiscal que finalizó el 31 de marzo. India ha estado creciendo por encima de China en los últimos años, y se prevén tasas de crecimiento en torno al 6,5% en el próximo lustro. Hay varias dinámicas que favorecen estas buenas perspectivas de la 4ª economía mundial (en $ internacionales de 2017 constantes, PPP):

  • India ha sobrepasado a China en población y comenzará a beneficiarse del dividendo demográfico –abundante población en edad de trabajar y una tasa de fertilidad que dobla la china –, una baza que China ha perdido.
  • Un mercado nacional de 1.400 millones de habitantes, en el que las empresas crecen gracias a las economías de escala.
  • Su avance tecnológico con universidades en las que se gradúan 500.000 ingenieros al año. Prueba de ello es su papel destacado, después de China y Estados Unidos, en investigación de tecnologías críticas. La India ha creado una infraestructura digital pública de servicios públicos digitales, que ha permitido aumentar la base fiscal y la recaudación de impuestos.
  • Un entorno internacional favorable a la India como destino de inversión a expensas de China a la que Estados Unidos considera su principal amenaza y Europa un rival sistémico.
  • La diáspora más numerosa del mundo -18 millones de indios conservan su pasaporte y viven en el extranjero- cada vez más influyente en Occidente, donde abundan dirigentes de ascendencia india -dirigentes de GOOGLE, BANCO MUNDIAL o Reino Unido-.

Política exterior y de seguridad pragmática y equilibrada.

En el exterior, la tradicional adhesión al paradigma de no alineamiento y los imperativos geopolíticos (que tratamos en un post anterior “Geopolítica del Vecindario de China”) explican una agenda exterior en la que India no pone todos los huevos en la misma cesta.  

Sin duda, China es su preocupación principal. Inquieta a la India verse desplazada del Asia Meridional, su patio trasero, en medio de unaexpansión de la presencia china, a través de inversiones y comercio, que se traducen en dinámicas de “elite capture”. Nepal, el único país del que la India es principal socio comercial, ha girado hacia China, después de la formación reciente de un gobierno de coalición afín a Pekín. Se une a Islas Maldivas, Bangladesh, Sri Lanka y Pakistán.

En los últimos años las escaramuzas in crescendo con el Ejército de Liberación Popular en la frontera del Himalaya, pendiente de delimitación, han motivado el movimiento de tropas y aviones de combate de las Fuerzas Armadas Indias desde la frontera occidental con Pakistán al Himalaya. La India también centra su atención y medios en el Océano Índico, en respuesta a la presencia mayor de la Armada china allí.

La amenaza china está detrás del acercamiento histórico de la India a Estados Unidos, un alineamiento con el que Delhi busca compensar su inferioridad militar y económica frente a China (ver tabla siguiente). Por su parte, EE. UU. pretende hacerla partícipe principal de la coalición de contrapeso a China. Desde hace años la India participa en el “Diálogo de seguridad cuadrilateral”, conocido como QUAD, con Japón, Australia, y Estados Unidos.

Francia y Estados Unidos se han convertido en proveedores alternativos a Rusia, menos fiable desde el comienzo de la guerra de Ucrania, aunque sigue siendo clave para el mantenimiento del equipamiento y los sistemas de armas mayoritariamente de origen ruso de las Fuerzas Armadas Indias – India es el mayor importador de armamento del mundo y el cuarto país con el mayor gasto militar. Un mercado muy interesante para países con potentes industrias de defensa como el nuestro.

El gobierno indio es consciente de su dependencia económica de China -principal socio comercial en la actualidad-, en particular, de las importaciones de bienes chinos para el desarrollo de dos ejes de su política económica, el desarrollo de infraestructuras y el impulso de la industria manufacturera –su industria farmacéutica importa más del 70% de sus ingredientes de China. Además, India es el principal cliente de los préstamos que concede el Banco Asiático de Desarrollo creado por China como una alternativa al Banco Mundial. 

En esta coyuntura, la India intenta mantener unas buenas relaciones bilaterales con China y Rusia. Es miembro en la Organización de Cooperación de Shanghái liderada por Pekín. India se ha negado a condenar la agresión de Rusia a Ucrania y, junto a China, se ha convertido en el mayor importador de petróleo barato ruso que Europa ha dejado de comprar a Moscú. La India lidera, junto a China, el bloque BRICS que integra entre otros a Rusia, Brasil, y Sudáfrica, todos ellos críticos con el orden internacional que ha girado en torno a EE.UU. en las últimas décadas. 

Nueva Delhi ha encontrado un camino propio, exitoso, que converge en ocasiones con la vía del contrapeso a China abanderado por Estados Unidos, pero en otras, Delhi marca distancias con Occidente y se acerca a la equidistancia que abanderan los países de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental. Un observador agudo, Henry Kissinger†, recientemente alabó la política exterior “equilibrada” de la India. Otros analistas hablan de aparentes ambigüedades.

Cuestiones identitarias y disenso político.

Al éxito económico y en política exterior Modi suma otra baza: el cumplimiento de sus promesas al nacionalismo hindú, en particular dos emblemáticas, la supresión de la autonomía en 2019 al estado de Cachemira, el único estado de mayoría musulmana, y  la inauguración reciente de un templo al dios Ram, en un lugar donde la tradición hindú cree que nació, ubicación controvertida en el conflicto religioso entre hindúes y musulmanes porque fue construido en el sitio donde hace más de 30 años se erigía una mezquita que fue derribada por fanáticos hindúes.

Con el viento a su favor, Narendra Modi no necesitaría silenciar a la oposición para arrasar en estas elecciones. Sin embargo, en las últimas semanas la policía ha detenido al ministro principal del Estado de Delhi, Arvind Kejriwal, destacado opositor que dirige el Aad Aadmi o Partido del Hombre Común, un partido de la coalición INDIA. Se le investiga por corrupción, al igual que a otros opositores con cargos en gobiernos de los Estados -el 95% de todos los detenidos por corrupción desde que Modi es PM proceden de la oposición-.

La persecución de la oposición es parte de un patrón seguido por Modi desde 2014, según denuncia Freedom House en su informe de 2024. La minoría más grande del mundo -en torno a 200 millones de musulmanes- ha sido objeto de persecución y discriminación. El hostigamiento a la prensa, a las ONGs y a los opositores ha limitado la libertad de expresión garantizada por la Constitución. Las consideraciones geopolíticas tratadas más arriba explican las tímidas críticas, en el mejor de los casos, de los gobiernos occidentales.

Narendra Modi, BJP favoritos, oposición fragmentada.

Casi nadie duda que el Partido Popular Indio ganará con comodidad estas elecciones. Una encuesta reciente sitúan al partido de Modi en torno a 342 diputados y su mayoría parlamentara podría alcanzar los 400 diputados con sus aliados. Modi disfruta de una tasa de aprobación del 78%, un apoyo transversal entre las élites, los pobres y las clases medias.

La oposición política, muy fragmentada, ha unido fuerzas en torno a la coalición INDIA, siglas en inglés de Alianza Inclusiva de Desarrollo Nacional de India, dirigida por el Partido del Congreso, si bien hasta ahora ha sido incapaz de consensuar su candidato a primer ministro. Según la misma encuesta, los electores penalizan su división e indecisión, y el partido del Congreso solo alcanzaría 50 diputados, y la coalición INDIA llegaría a los 100. 

Tensiones territoriales, ventana de oportunidad a favor de China.

Medios como The Economist alertan de la división entre el norte y el sur que Narendra Modi está agravando con sus políticas:  de un lado, el nacionalismo hindú y el centralismo, con un fuerte predicamento en el norte y este del país, en las zonas menos desarrolladas y rurales, y de otra, el desarrollo económico enraizado en el sur, en estados más liberales y hostiles al proyecto unitario de Modi.

Los cinco estados sureños -Andhra Pradesh, Karnataka, Kerala, Tamil Nadu y Telangana-, de los 28 que conforman la Unión India, suman el 20% de la población, pero su peso en el PIB asciende al 31%. Absorben el 35% de las inversiones extranjeras (AMAZON y MICROSOFT), y albergan las sedes del 46% de los unicornios indios.

En estas elecciones veremos si la adaptación táctica reciente del mensaje del BJP de Modi al sur del país, resaltando el desarrollo económico por encima de las cuestiones identitarias, ha convencido al motor económico del país. En 2019, el Partido Popular Indio solo consiguió 29 de los 129 diputados de las circunscripciones electorales de esos cinco estados. Un incremento significativo de su respaldo en el sur legitimaría su agenda nacionalista y centralista. Si no es así, probablemente impondrá su agenda igualmente.  

Cómo gestione Modi las tensiones territoriales (e identitarias) afectará a la estabilidad política y, por tanto, al cumplimiento de las buenas perspectivas económicas. Es una cuestión sensible en un país inmenso aquejado, desde su creación en 1947, por movimientos separatistas, y de enorme trascendencia geopolítica porque abre una ventana de oportunidad a favor de rivales como China.

Su gestión pasada de la cuestión identitaria, que afecta a los 200 millones de musulmanes indios, no invita al optimismo.

@lamiradaaoriente

Por La mirada a Oriente

Me interesa entender qué ocurre fuera de nuestras fronteras, analizar por qué ocurre y proyectar escenarios sobre qué puede pasar. Mi formación es multidisciplinar. Tengo un Grado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Londres - London School of Economics and Political Science. También soy licenciado en Derecho y Master en Estudios Europeos por el Colegio de Europa. Desde 2008 pertenezco al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado y trabajo para la Administración General del Estado. Anteriormente trabajé más de ocho años en la OSCE, la Asamblea de la OTAN y varias misiones de Naciones Unidas, principalmente en los Balcanes y alguna en África.

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