Donald Trump será el 45 presidente de los Estados Unidos de América, primera economía mundial y primera potencia militar del mundo, después de imponerse claramente a Hillary Clinton en número de compromisarios. El disgusto de los demócratas no acaba ahí. El partido republicano conservará el control de las dos cámaras del Congreso y con una mayoría conservadora clara nombrará un conservador para la vacante actual en el Tribunal Supremo y asegurará su control durante décadas (son cargos vitalicios). En principio será un presidente todopoderoso que pondrá a prueba un pilar de la democracia americana: los checks and balances. Aunque muchos republicanos prominentes se han distanciado del candidato en los últimos meses, los triunfos electorales son el mejor bálsamo para curar heridas dentro de un partido.
El candidato republicano ha ganado también a las encuestas confirmando la existencia de un voto oculto considerable que se resistía a confesar su preferencia por Trump. Es muy pronto para aventurar las razones que explican el triunfo de Donald Trump aunque se citan la animadversión hacia el establishment representado por Hilary Clinton del cual se ha distanciado Donald Trump que ha prometido cambio a los electores de EE.UU.
Ha sido una campaña electoral de las más tensas que se recuerdan en la historia de EE.UU que deja una sociedad polarizada y partida en dos. Por citar algunos ejemplos. Los escándalos y las reacciones extemporáneas del hoy presidente electo, que amenazó con encarcelar a su oponente si ganaba las elecciones, el robo de cientos de correos internos del aparato electoral demócrata (se acusa a la Inteligencia rusa de estar detrás) y su puesta a disposición del público americano, y la segunda investigación a Hilary Clinton abierta y cerrada por el Director del FBI, a unos días de las elecciones.
Al resto del mundo también le afecta la elección del Presidente de EE.UU que goza de una libertad considerable en materia de política exterior, incluyendo el uso de la fuerza sin aprobación parlamentaria explícita. A la hora de aventurar cuánta retórica de la campaña de Trump se convertirá en política exterior debemos tener en cuenta varios elementos que el candidato republicano ha aireado de forma recurrente en la campaña.No obstante, mucho depende del equipo con el que se rodee el presidente electo, con mayor razón dada su escasa experiencia de gobierno, en las FF.AA o en política exterior.
- Sus relaciones exteriores estarán condicionadas por sus inclinaciones aislacionistas, sus tendencias proteccionistas, sus tics autoritarios y su rechazo a la misión de policía internacional que EE.UU ha ejercido después del fin de la guerra fría. El perfil del votante de Donald Trump es alguien muy preocupado con los efectos de la Globalización en su país y con una sociedad cada vez más multicultural. También ha prometido abandonar los compromisos de EE.UU en la lucha contra el cambio climático.
- Donald Trump ha cuestionado la relación especial que EE.UU mantiene con sus aliados tradicionales en Europa y Asia. En particular, ha amagado con abandonar la Alianza Atlántica si los europeos no contribuyen más al esfuerzo económico de la defensa colectiva. Con una Rusia envalentonada los países de Europa del Este deben estar especialmente preocupados en estos momentos.
- Su simpatía por el presidente Putin y su animadversión a China a la que acusa de manipular su moneda para inundar el mercado americano de productos baratos. Rusia disfrutará de más libertad de acción en Oriente Medio. Zbigniew Brzezinski, consejero de seguridad nacional del presidente Carter, ha puesto en valor la vigencia actual de la triangulación de la época Nixon. Si EE.UU mantiene unas relaciones constructivas con China, Rusia se conformará; si EE.UU se enfrenta abiertamente a China, Rusia se aliará con China y arrinconará a EE.UU.
- Sus manifestaciones en contra del mundo musulmán, incluyendo su promesa de prohibir la entrada de musulmanes en EE.UU o tomar represalias letales contra los familiares de terroristas yihadistas, sugieren un posible distanciamiento de sus aliados tradicionales en Oriente Medio, las monarquías árabes del Golfo. No obstante, su promesa de revisión del Pacto Nuclear, suscrito con Irán hace poco más de un año, podría dar satisfacción a Arabia Saudí y a Israel al precio de alimentar las esperanzas de los ultraconservadores iraníes de abortar el acuerdo nuclear y recuperar el poder en las elecciones presidenciales previstas para mayo de 2017. Su promesa de acabar con el Estado Islámico es factible ahora que la lucha contra el Califato se encuentra muy encauzada y aquel está acorralado en sus bastiones de Raqqa y Mosul. El Presidente Trump, consciente de las tendencias aislacionistas de sus votantes, continuará el repliegue de Oriente Medio iniciado por el presidente Obama, alentando una intensificación de la lucha por el liderazgo regional entre Turquía, Arabia Saudí e Irán, al tiempo que Rusia intentará ocupar el vacío dejado por EE.UU para reivindicarse como superpotencia.
En definitiva, la victoria de Trump muy probablemente acelerará la tendencia geopolítica del unilateralismo in crescendo a expensas de unas instituciones internacionales en retirada, el cual se evidencia en las intervenciones militares de Rusia en Siria o de Arabia Saudí en Yemen, la salida del R.U. de la Unión Europea o la política expansionista de China en el Mar de China Meridional (IISS Strategic Survey 2016, 10). En definitiva, un mundo algo más inestable y con mayores dosis de incertidumbre.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca significa un espaldarazo a las políticas populistas y nacionalistas que han ganado peso en Europa en los últimos años y probablemente tendrá un efecto contagio en Europa donde los alemanes y franceses acudirán a votar en 2017. Su victoria representa una manifestación más de las tendencias hacia el aislamiento en las relaciones internacionales y en contra del orden cosmopolita surgido en los últimos años del siglo XX al compás de la Globalización.
@joseluismase
Interesante análisis. Lo invito a visitar mi blog.
Un saludo
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