Esta semana pasó desapercibida una noticia que confirma un cambio de proporciones gigantescas en el mundo actual: 7,4 millones de barriles de petróleo al día importó China en abril, superando a Estados Unidos y convirtiéndose en el primer importador mundial de crudo. La explicación es doble. Por un lado, el crecimiento económico constituye la variable clave detrás de la demanda de petróleo y ningún otro país ha crecido tanto como China en las últimas décadas (tasas anuales por encima del 7%). Por otro, la revolución energética americana, gracias al «fracking», ha permitido a Estados Unidos casi duplicar su producción en los últimos años y reducir su dependencia del petróleo saudí. El Golfo Pérsico, declarado parte del interés nacional por el presidente Carter en 1980, pierde peso en la agenda exterior de EEUUs.
El gigante asiático se convierte en un cliente preferente para los países productores, Rusia y los países de la OPEC, mientras que Oriente Medio adquiere cada vez más relevancia en la política exterior china: el 43% del crudo que importa el gigante asiático pasa por el estrecho de Ormuz. Así se explica la nueva ruta de la seda, un vasto proyecto de inversiones chinas para conectar China con los mercados europeos y los productores de materias primas en Oriente Medio y Asia Central.
China destronará pronto a los Estados Unidos como primera economía mundial (ya lo ha hecho en términos de paridad de poder adquisitivo). Actualmente China produce más del 16% de todos los bienes y servicios del planeta, por debajo de EEUUs.
La política «pivot to Asia» del presidente Obama responde a este nuevo equilibrio de fuerzas en el mundo fruto de la Globalización. La puesta en marcha del giro asiático es harto complicada porque implica una reasignación de atención y recursos de Oriente Medio a Asia que molesta a los socios tradicionales de Washington en la región, Israel y las monarquías del golfo. EEUUs necesita resolver pacíficamente el conflicto nuclear con Irán y calibrar con cuidado el alcance de sus intervenciones militares en esa región. En este contexto se entiende mejor el desplante del Rey Salman de Arabia Saudita al presidente Obama al cancelar en el último momento su participación en la cumbre que EEUUs convocó en Camp David esta semana para persuadir a sus aliados árabes de las bondades del acuerdo marco alcanzado con Irán.
El «sorpasso» de China a Estados Unidos como primera economía mundial no significará necesariamente la caída precipitada de EEUUs. La economía americana, que se ha recuperado rápidamente de la recesión de 2008, seguirá liderando sectores tan dinámicos como la nanotecnología y la biotecnología gracias a unas universidades sin parangón que proporcionan el capital profesional que alimenta la economía del conocimiento. Además, Estados Unidos multiplica por siete el PIB por habitante de China. Estados Unidos, a diferencia de China y Europa, ha superado el problema que acompaña a la segunda transición demográfica, el envejecimiento de la población. Y seguirá siendo una superpotencia militar sin igual. EEUUs representa casi el 40% del gasto militar mundial, cuatro veces más que China y ocho veces más que Rusia.
@joseluismase