Retales del mundo post-COVID

La pandemia COVID-19 sigue haciendo estragos en países como India y Brasil y la variante DELTA amenaza la recuperación de la economía y de la normalidad en la vieja Europa. La vacunación continúa a buen ritmo en el continente, en España más de la mitad de su población ya ha recibido una dosis completa, mientras que se ha ralentizado en Estados Unidos, el país occidental más afectado por la pandemia, en número de contagios y fallecidos. El batacazo reciente de las bolsas de medio mundo evidencia que la recuperación económica no está garantizada. La crisis económica ha afectado más a los países pobres y también ha ahondado en las desigualdades sociales en los países ricos. A estos problemas se suma la aceleración del cambio climático como han tenido ocasión de comprobar los canadienses que han sufrido temperaturas de más 50º y los alemanes con las lluvias torrenciales de los últimos días que han puesto en jaque a sus servicios de protección civil, insuficientemente preparados para gestionar una alerta de estas características.

El agravamiento de las amenazas medioambientales, sanitarias, económicas y sociales de carácter global se une al tensionamiento creciente de las relaciones entre las grandes potencias y especialmente del conflicto geopolítico entre Estados Unidos, adalid de la democracia liberal y el libre mercado y China, una autocracia con una economía intervenida por el Estado que, junto a Rusia, cuestionan el orden internacional abanderado por Estados Unidos. El Mar de China y Taiwán, Ucrania del Este y los países Bálticos son escenarios en los que se representa un juego peligroso de provocaciones y reacciones que, en caso de accidente, podrían desencadenar un conflicto armado. Estados Unidos ha anunciado su retirada de Afganistán para centrarse definitivamente en el “gran juego” que se libra con China en la región de Asia-Pacífico. Alguna distensión se vislumbra con las negociaciones indirectas entre Irán y Estados Unidos en Ginebra, que podrían desembocar en la vuelta de ambos al acuerdo nuclear de 2015; no obstante, el abandono estadounidense del acuerdo dio al traste con las ansias aperturistas de la sociedad iraní que encumbró al anterior presidente centrista Rouhani en 2013 y de nuevo en 2017. La victoria del conservador Ebrahim Raisi en las recientes elecciones presidenciales en junio ha acabado con esa oportunidad fallida de liberalización y apertura en Irán.

Durante los primeros meses en la Casa Blanca Joe Biden se ha mostrado dinámico en la dirección de la política interna, especialmente en la lucha contra el COVID 19 y el impulso a la recuperación económica, y también en la escena internacional.  Estados Unidos necesita contener la marea roja y su política exterior incide en el dualismo de paradigmas planteados por Washington y Pekín. Estados Unidos es consciente de los lazos de la economía europea con la china y pretende revertir ese proceso de entrecruzamiento económico. Los europeos han tratado a los chinos como socios en lugar de competidores, para Estados Unidos son competidores y una amenaza antes que unos socios. El intento del presidente Joe Biden de reconstruir el bloque occidental suscita dudas en las capitales europeas que no quieren verse obligadas a elegir bando, no parecen cómodos en esa división del mundo entre buenos y malos y temen que el aislacionismo y el desdeño de los aliados europeos que exhibió el presidente Trump puedan volver con los conservadores en el futuro, probabilidad que no se descarta teniendo en cuenta la avanzada edad del presidente Biden.

La Unión Europea ni está ni se la espera en el concierto internacional. No presenta alternativa a los paradigmas norteamericano y chino . Europa está más centrada en cerrar las vías de agua que abundan en el barco europeo, el BREXIT y el desafío a los valores europeos procedente de Hungría y Polonia. Nos encontramos en una crisis de liderazgo del proyecto europeo una vez que se retire Angela Merkel de la escena política. Dudo que Mario Dragui sea su sustituto, sí ha conseguido aumentar la influencia italiana en el proceso decisorio europeo. Enmanuel Macron tampoco cubrirá el hueco.

China celebró el 1 de julio el centenario de la fundación del Partido Comunista China, una efeméride que el presidente Xi Jimping ha aprovechado para vincular el ascenso de China en el mundo con el liderazgo del partido comunista y así alinear a la sociedad china detrás del partido. El experimento chino da muestras de una gran vitalidad. Su economía se recupera a buen ritmo. Los chinos han firmado recientemente un acuerdo con Rusia para la exploración del espacio, Pekín pone la financiación y Moscú la experiencia y el conocimiento. Las inversiones chinas consiguen influencia para el gigante asiático en Latinoamérica, África y también Europa. También en la ONU y el resto de organizaciones internacionales. Pekín consiguió recientemente el apoyo a su política represiva en Xinjian nada menos que en el Consejo de derechos humanos de la ONU. El espionaje industrial y los ciberataques son parte del amplio elenco de herramientas que utiliza Pekín en el tablero internacional.

Rusia sigue envalentonada, como pudo comprobar el presidente Sánchez recientemente en su visita a Lituania cuando los dos eurofighters españoles desplegados en el país báltico en Misión OTAN  se vieron obligados a despegar delante de las caras atónitas de los líderes español y lituano cuando cazas rusos invadieron el espacio aéreo de aquel país. Las bazas de Rusia son las de siempre, músculo militar, armas nucleares y exportaciones de gas a Europa. Casi todos los puentes con Occidente están rotos, la concertación diplomática con la Unión Europea ausente, particularmente después de la visita del Alto Representante PESC a Moscú. Los tratados de limitación de armas nucleares con Estados Unidos rotos; en el ámbito de la lucha contra la proliferación nuclear se está intentando recomponer el Acuerdo Nuclear y la vuelta de Estados Unidos e Irán a él, con la ayuda de mediadores rusos. En casa, Putin utiliza el aparato policial y judicial para reprimir a la oposición y confía en una clase oligárquica que se ha enriquecido a su sombra.

Por La mirada a Oriente

Me interesa entender qué ocurre fuera de nuestras fronteras, analizar por qué ocurre y proyectar escenarios sobre qué puede pasar. Mi formación es multidisciplinar. Tengo un Grado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Londres - London School of Economics and Political Science. También soy licenciado en Derecho y Master en Estudios Europeos por el Colegio de Europa. Desde 2008 pertenezco al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado y trabajo para la Administración General del Estado. Anteriormente trabajé más de ocho años en la OSCE, la Asamblea de la OTAN y varias misiones de Naciones Unidas, principalmente en los Balcanes y alguna en África.

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